Nuestro viaje continua por las tierras más bajas y cálidas del Valle del Cauca, donde abundan las grandes plantaciones de caña.
Aunque hubiera sido fácil quedarnos un par de días más en Salento, tuvimos que seguir camino hacia el sur. Continuamos por las tierras más bajas y cálidas del Valle del Cauca, donde abundan las plantaciones de caña las cuales se transportan en enormes camiones de hasta cinco remolques llamados «tren de caña».
Pasamos rápidamente por Cali, una moderna ciudad en medio de vastas planicies y con un clima bastante cálido. De ahí seguimos el largo camino a Pasto, un municipio en medio de extraños valles desérticos en lo que parece ser la zona más desolada de Colombia. El cambio de temperatura y paisajes es drástico en esta carretera, pues pasa de estar a 32 ºC en el desierto, hasta los -10 en las alturas de Pasto (2,500 msnm).
En este lugar nos encontramos con un viejo amigo y visitamos los alrededores, incluyendo la bella Laguna de la Cocha, plantada entre altas y verdes montañas que le dan un sentimiento parecido al de los países europeos. Contribuye a esto que el pueblo de El Encanto, a los orillas del lago, está plagado de bonitas cabañas de madera y bordeada por canales navegados por numerosas lanchas. Ahí también vimos grandes granjas de truchas flotantes, donde también se crecen peces de brillantes tonos naraja.
Al día siguiente nos preparamos para manejar los 80 kilómetros hasta la frontera con Ecuador y concluir con la etapa colombiana de nuestro viaje.