En medio de un bosque húmedo encantado, una espectacular hacienda del siglo XVII resulta el lugar perfecto para entregarse al relax de la naturaleza.
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Resulta difícil imaginar que Mérida, a dos horas en avión de la Ciudad de México, sea tan diferente. Apartado de las enloquecidas multitudes, a menos que se trate de parvadas de pelícanos rosas, con un sinfín de maravillas naturales y, por supuesto, las ruinas mayas, este viaje es un escape para quienes buscan un retiro y, si lo desean, también un poco de aventura.
Al igual que muchas de las antiguas haciendas yucatecas, construidas originalmente para almacenar henequén, Petac, a sólo 20 minutos de Mérida, cayó en desuso con la aparición de las fibras sintéticas. Afortunadamente, y con mucho aprecio, el turismo local se ha dado a la tarea de restaurar estas increíbles construcciones históricas, y Hacienda Petac no ha sido la excepción.
Las fachadas coloniales de Petac pintadas en rojos oscuros y blancos puros, los interiores en azules y amarillos, conservan la personalidad de la época en la que fue construido. Esta hacienda combina lujo, elegancia y simplicidad, y un perfecto maridaje entre pasado y presente.
Como recordatorio del pasado industrial del inmueble, la maquinaria antigua se conserva, al igual que los grafitis -ahora en la pared del cuarto de juegos- que hicieron en su momento los antiguos trabajadores. Resulta increíble la perfecta colaboración entre dos arquitectos que no se conocían, uno modernista basado en la Ciudad de México, y el otro, del siglo XVII, quien creó el esqueleto tan bellamente restaurado hoy.
Caminando por entre los sonidos de las cigarras y de diversos pájaros, me doy cuenta de lo encantador del campo en este lugar. Los jardines huelen a lilas y a flores exóticas que sólo se dan en climas calientes y húmedos. Se trata de 80 hectáreas adheridas a la propiedad, con senderos que llevan a muchos lugares.
Te puedes encontrar en un jardín botánico o en unos asientos de piedra bajo árboles de hace cientos de años. También existe una piscina con un exquisito diseño, al igual que un spa con todos los servicios en el mismo complejo donde se encuentran el gimnasio y el área de yoga.
Con los enormes ventanales del edificio, uno puede ejercitarse y ver los jardines o los ejercicios de yoga que se hacen a la intemperie, una idea muy holística con la naturaleza circundante. Para quienes tienen en mente venir a relajarse, el spa resulta más que perfecto.
La mayoría de los tratamientos se basan en técnicas mayas antiguas e incluyen faciales, masajes y envoltorios corporales, tan exquisitos como el lugar mismo donde se imparten. También los manicures y pedicures son excelentes. Los tratamientos dados en la tarde son seguidos de una caminata a través de senderos iluminados por velas y bajo las miles de estrellas que los mayas tanto veneraban. En esta hacienda, la luz de las velas es la gran estrella.
El restaurante tiene menú diario incluido, con tres comidas basadas en la cocina tradicional local y los productos de temporada. Platillos como el pollo Mucbil, especial del Día de Muertos, nos fue cocinado como se ha hecho por siglos, bajo tierra y envuelto en hojas de plátano.
Todos mis planes de comer fuera de la hacienda pronto se esfumaron al ir probando menú tras menú, todos basados en la oferta alimentaria que vi en los mercados o, para tal caso, en los jardines de la misma hacienda, y servidos como bufet en el comedor o en el campo, dependiendo del menú del día.
Como todo en este lugar, la simplicidad puede resultar engañosa. La comida es una versión moderna de la comida yucateca de la que chefs alrededor del mundo se sentirían muy orgullosos, todo ello complementado con la barra libre y la gran oferta de cocteles.
En las cinco habitaciones lujosas encuentras todo lo que pudieras necesitar, desde cargadores de ipod hasta caja de seguridad, con una sorpresa: no hay televisión. Al llegar, te reciben con flores esparcidas sobre tu cama, con diseños que lucen como las camisas floreadas que las niñas lugareñas visten.
Por su tamaño, esta hacienda resulta ideal para pequeños grupos, para jugar con los amigos billar o cualquier juego de mesa, y cuando decides arrancarte del confort de este mágico lugar, los empleados del lugar te ayudan a planear tus aventuras en el área, y están ahí a tu vuelta atentos para escuchar tus andanzas.
MÁS INFORMACIÓN
La Hacienda Petac, a sólo 20 minutos en auto de Mérida, Yucatán, es ideal para los grupos de amigos y familiares. Tiene cinco habitaciones y siete camas equipadas lujosamente y decoradas exquisitamente con motivos coloniales originales de la hacienda del siglo XVII. Los precios base son por una semana de siete días, para estancias más cortas y habitaciones individuales se cotiza cada caso.
1-5 personas: 8,400 dólares
6-10 personas: 10,500 dólares
www.haciendapetac.com
info@haciendapetac.com
Tel: (999) 911-2601
(203) 602-0300