Por la complejidad de la estructura, se ha descrito al sitio irlandés de Newgrange como una catedral neolítica que cumplió funciones funerarias y astronómicas.
Gran Bretaña rebosa en monumentos neolíticos. Aunque el más famoso de ellos es Stonehenge, el mítico círculo de piedras colosales que se usó a manera de calendario astronómico, ciertamente no es el único. Yacimientos similares se han encontrado en diferentes puntos, incluso, de la isla vecina, distribuidos desde el sur hasta la costa suroeste. El más septentrional de ellos que se ha encontrado, hasta ahora, es Newgrange.
Se piensa que este sitio fue un espacio sagrado para los primeros pobladores de Irlanda. Ubicado en Brú na Bóinne, en el condado de Meath, se piensa que fue algún tipo de tumba para los dirigentes tribales en el periodo Neolítico. Esto es todo lo que sabemos al respecto.
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Una tumba para gobernantes antiguos
Newgrange se ubica a unos 14 kilómetros al norte de la ‘nueva’ granja de los monjes de la abadía de Mellifont, en Irlanda. A partir de las dataciones que se han hecho del sitio, se estima que fue construido hacia el año 3200 a.C. —mucho antes que las pirámides de Giza.
Así como Stonehenge, el Dolmen de Guadalperal y las Piedras de Carnac, esta estructura neolítica es circular. Mide 76 metros de ancho y 12 de alto, y se extiende en una superficie de 4 mil 500 metros cuadrados. Alrededor del sitio, documenta The World History Encyclopedia, «hay 37 tumbas e incluye otras dos enormes estructuras similares […], Knowth y Dowth».
Al entrar, hay un pasaje de casi 20 metros que da acceso a una cámara central. A su vez, este espacio tiene tres huecos en las paredes, que corresponden al norte, oeste y sur. En estos espacios, se han encontrado restos de seres humanos incinerados. Por la forma en la que las cenizas han sido dispuestas, se asume que estas personas fueron antiguos gobernantes prehistóricos.
En torno a la estructura principal, se dejaron piedras con grabados de espirales y otros motivos orgánicos. Por la complejidad del sitio, la Unesco catalogó a Newgrange como Patrimonio de la Humanidad en 1993. Por sus funciones sociales, económicas, religiosas y funerarias, la institución lo considera como «la concentración de arte megalítico prehistórico más grande e importante de Europa«.
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Newgrange: un motivo de fiesta, culto y observación astronómica
Aunque por décadas se asumió que Newgrange era sólo un monumento funerario, investigaciones recientes aseguran que este espacio también cumplía una función astronómica. El hecho de que los puntos cardinales estén alineados con las cámaras mortuorias arroja luz sobre el propósito cosmológico de este espacio.
Se estima que los celtas llegaron a habitar este espacio entre los años 500-300 a.C. Una vez que se asentaron en las cercanías del monumento, lo adoptaron para celebrar sus propias fiestas religiosas. Principalmente, estaban dirigidas a las temporadas de cosecha y los eventos astronómicos más importantes del año, como los equinoccios. Todas ellas estaban regidas por la Rueda del Año, el calendario astronómico del culto pagano.
La fiesta de Yule congrega a la comunidad para celebrar el solsticio de inverno. Se lleva a cabo en el día más corto del año, que coincide siempre con el 21 de diciembre. Las tradiciones paganas simbolizan esta festividad como un ‘Niño Sol’, que ha de madurar para vencer la oscuridad de los meses invernales más crudos.
Uno de los sitios más queridos para festejar Yule es Newhenge, en Irlanda: una construcción megalítica donde se honra a los reyes celtas. Al Niño Sol se le representa como el astro que, al nacer, inunda con su luz la cámara interna del monumento. Ése es el momento cúspide de la primera celebración pagana del año.
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