Temida por algunos, venerada por otros, la Santa Muerte ha ganado terreno en los corazones y hogares latinoamericanos. Ésta es su historia
Todo lo que está vivo, muere alguna vez. Desde los seres humanos y nuestra finita existencia en el planeta, hasta los longevos árboles que habitan los bosques. La Santa Muerte muestra a sus devotos que la vida acaba, por eso es para ellos un recordatorio de que hay que aprovechar los momentos que te da Dios. Sí, Dios, porque aunque muchas personas crean que es una tradición alejada de la doctrina católica, en realidad nace de ella.
De la misma forma, la iglesia católica tradicional sigue considerando este culto algo ajeno a su propia religión e incluso el Estado Mexicano canceló el registro de esta creencia desde 2005. De acuerdo con la Secretaría de Gobierno de México «desvía gravemente los fines establecidos en los estatutos de la ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público de México.» Sin embargo, una ley no puede frenar la fe.
¿Quién es La Santa Muerte?
A la Niña Blanca se le representa de diversas maneras. Puede estar sentada sobre un trono o parada con su túnica y una guadaña en mano. Además, dependiendo de quien porte la figura, podrá estar vestida de quinceañera o de novia; de rojo o de amarillo según el favor que le vayan a pedir.
El culto a La Flaquita es para todos, pues no hay intermediarios que regulen las prácticas y las tradiciones van surgiendo conforme sus creyentes lo van dictando, no están escritas en ningún lado.
A la Huesuda se le rezan oraciones propias pero también Padres Nuestros. La tradición es sincrética y se profesa a lo largo y ancho de México. De acuerdo con Andrew Chesnut, profesor de estudios religiosos de la Universidad de la Commonwealth de Virginia, se estima que los practicantes del culto serían unos 12 millones, la mayoría residentes en México, pero también en Estados Unidos y Centroamérica.
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La Niña Blanca
La Niña Bonita, la Niña Blanca, la Madrina, la Huesuda. La Señora. Los adeptos a la Santa Muerte la nombran con cariño de diversas maneras. Le piden favores: amor, salud, abundancia. Hay personas que aseguran que la Niña Blanca las ha salvado de accidentes automovilísticos e incluso de enfermedades que parecían no tener cura.
“Hace cuatro años, un doctor del Seguro Social me diagnosticó cáncer en el seno derecho. Me dijo que había necesidad de extirparlo. Me asusté mucho, hablé con mi familia y mis amigas. Una de ellas me aseguró que no era preciso que me operaran, que un milagro me podía salvar. Me llevó a la casa de otra persona, y ahí me encontré a la Santa Muerte. Me asusté. Pensé: ¡No puede ser! ¡Cómo que una calaca me puede ayudar! No lo creía,” cuenta doña Margarita en un testimonio recuperado por la Gaceta de la Universidad de Guadalajara.
Posteriormente, doña Margarita continuó prendiéndole veladoras y mientras su miedo se disipaba y su fe crecía, los tumores en su cuerpo desaparecían. Para ella, rezarle a La Santa Señora fue tan importante, que ha puesto un altar en su casa para que amigos y vecinos puedan rendirle culto también, si así lo desean.
Esta historia es sólo una de muchas. Hay miles de personas que le rezan todos los días y que se encomiendan a ella. A pesar de que mucha gente la relaciona con delincuencia y narcotráfico, no hay un nexo claro y son más bien los prejuicios de clase los que relacionan desigualdad social con el culto a la Santa Muerte.
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